Tratamos de tener a Dios en la Iglesia el Domingo por la mañana, y muchas veces incluso hasta por la noche, si es que nos acordamos de ir... y, en el evento poco agraciado de alguna fiesta familiar. Pero, eso sí, queremos tenerlo muy de cerca en nuestras necesidades, en la enfermedad, y sobre todo cuando alguien está en peligro de muerte.
Curiosamente, no tenemos tiempo ni lugar para Él en los tiempos buenos, en la abundancia, cuando todo va bien, en nuestros ratos libres... ¿Por qué?
Esa es la parte de nuestra vida en la que deberíamos pensar que nada podemos sin la ayuda del Señor. Vayamos dentro de nuestro corazón y conscientemente limpiemos ese espacio, para que realmente habite ahí el Señor Jesús.