conocí el esplendor de tu ternura,
y la llama viva de tu dulzura,
y dejaste en mí tu huella palpitante.
Aquel día cristalino y fragante,
me cautivó tu cálida frescura,
y la tierna magia de tu lindura,
la cual destila tu encanto reinante.
Aquel día lo guardo tiernamente,
en las límpidas páginas doradas,
de mi cálido corazón viviente.
Aquel día de luces perfumadas,
y de un vívido color floreciente,
dejó en mí tus vivas huellas perladas.